EL ESCALADOR
DE SUEÑOS
Nací en Manizales en medio de un terremoto, síntoma de lo que iba a ser mi vida, llena de éxitos, frustraciones, caídas, paradas, emociones, de todo.
Por: Laura Valentina Franco Segura
Foto tomada de: Radar económico internacional
Son palabras de Nelson Cardona, conferencista, alpinista y coach motivacional. Además, el primer latinoamericano que subió el Everest en condición de discapacidad, con una prótesis que remplaza su pierna derecha desde abajo de su rodilla.
Nació en 1963, hijo de uno de los primeros escaladores del Nevado del Ruiz, Israel Cardona. A los 12 años, en busca de aventuras, se fugó de su casa para viajar por toda Colombia, desde La Dorada hasta Santa Marta, luego partió hacia La Guajira y terminó su travesía en el Putumayo. Se convirtió en un navegante y marinero de agua dulce en el río Amazonas. A los 20 años regresó a casa y comenzó a trabajar como guardaparques en el Parque Nacional Natural de los Nevados, lugar donde conocería en 1986, a sus 23 años, a los escaladores que le prometerían subir las montañas más altas del mundo.
En 1997 Nelson Cardona intentó escalar por primera vez el Everest, sin embargo, pese a sus esfuerzos, solo llegó a los 8.200 metros. Cuatro años después, el 22 de mayo del 2001, junto con 9 montañistas lo volvió a intentar y aunque no lo logró, cuatro de sus compañeros llegaron a la cima. Pero él no se daría por vencido y para 2007, el proyecto 7 Cumbres llevaría a tres mujeres a escalar el monte Everest acompañadas de alpinistas profesionales, entre ellos Nelson quien en esta ocasión intentaría subir el monte sin tanque de oxígeno.
La preparación para este gran proyecto era fundamental. El 2 de marzo de 2006 Nelson se encontraba entrenando en el Nevado del Ruíz donde sufrió un accidente que lo dejó con múltiples fracturas, pérdida de casi todos sus dientes, afectaciones en su columna, lesiones graves en su pelvis y la pierna derecha astillada. Fue una difícil recuperación, le realizaron 18 cirugías, entre ellas una osteosíntesis para poder estabilizar y unir los huesos rotos de la tibia y peroné de su pierna derecha. Desafortunadamente, esta cirugía le provocó una osteomielitis, una infección en los huesos que solo terminó perjudicando el estado de su pierna.
Estuvo cuatro años parapléjico, muchas cosas oscuras pasaron por su mente. “Mi vida ya no me importaba, intenté suicidarme”, dice con la voz entrecortada, mientras movía las manos en círculo cerca de su cabeza, su mirada era dispersa y parpadeaba muy rápido.
Una voz me dijo que no lo hiciera, que pensara en tantas cosas, tantas posibilidades que había, me dijo que hiciera el ritual de desapego.
Fotos tomadas de : Archivo / EL TIEMPO, Proyecto 7 Cumbres Colombia, @montanasdelser
Nelson expulsó todos los resentimientos, rencores, tristezas y soberbias que tenía en su vida. “Comencé a desprenderme de todo eso, a pensar en que yo necesitaba recuperarme, que era un simple ser humano y necesitaba comenzar desde abajo”.
En ese momento tan duro de su vida, pero al mismo tiempo tan ilustrador es cuando toma la decisión de amputarse su pierna derecha. “Me convencí a mí mismo de que podía convertir dificultades en oportunidades”.
Hizo su rehabilitación con la Fundación CIREC (Centro Integral de Rehabilitación de Colombia), tuvo que volver a aprender a caminar, pero él sabía que tenía que seguir adelante. Al poco tiempo de terminar su terapia, el Ejército Nacional lo llamó para que hiciera parte de la Expedición Huella, que consistía en llevar a 5 soldados amputados a la montaña más alta de Latinoamérica, el Aconcagua, en Argentina.
Para 2010, después de conquistar los 6,961 metros del Aconcagua, Nelson sabía que ya estaba preparado para escalar el Everest. “Fue muy difícil porque tenía que convencer a la gente de que una persona en situación de discapacidad iba a hacer algo increíble”.
Aunque en el camino tuvo dificultades con la prótesis, gracias a su equipo de trabajo Epopeya 7 Cumbres logró cumplir esa meta que tenía desde 1997, subir la montaña más alta del mundo. Con los ojos bien abiertos y asintiendo con la cabeza, Nelson dice “Cuando llegamos, vimos que podíamos llegar a las cimas más altas de cada continente”.
En los próximos años Nelson subió las cinco cumbres más altas de cada continente que le hacían falta: El Kilimanjaro, en Tanzania; el macizo Vinson, en la Antártida; el monte Elbrús, en Rusia; el Denali, en Alaska y, por último, el Cartensz, en Indonesia.
“Cuando miro hacia atrás, la felicidad de saber que me he superado, lo que me propuse lo hice, la satisfacción personal, lo que hace uno por uno mismo, no tiene precio. Nos encontramos inspirando a organizaciones, empresas, universidades, colegios e instituciones para que la gente se vuelva protagonista, no por sus golpes o caídas, sino por la voluntad que tenemos para pararnos y continuar en momentos de adversidad”. Una sonrisa aparece en su rostro, los ojos le brillan y habla con entusiasmo.
Gustavo Castro Caycedo en su libro “Su segunda oportunidad” narra veinte relatos de personas que, pese a las adversidades, continuaron adelante. Uno de esos relatos fue el de Nelson Cardona. “He perdido ya cuatro compañeros, quizás me dejaron vivo para contar historias, mi razón de ser es inspirar a otros a no darse por vencidos”.
Nelson intentó llegar dos veces a la cima del Monte Everest con ambas piernas y no lo logró, pero cuando fue con una sí lo hizo. “Lo que determina al ser humano es la actitud, cualquiera puede llegar al éxito, lo que marca la diferencia es la milla extra, el empeño de más que uno le ponga a las cosas”.
Con los ojos cerrados, recordando todos los momentos por los que ha pasado, Nelson dice: “Toca mirar hacia adelante para ver adónde vamos, mirar hacia atrás para recordar de dónde vinimos, hacia abajo para no pisotear a nadie, hacia arriba para dar las gracias y hacia los lados para mirar quién nos ayudó”.
Nelson se caracteriza por hablar con una enorme pasión y desbordante alegría pese a todo por lo que ha pasado, porque sabe que no sería quien es ahora sin haber superado las dificultades. La felicidad no solo se evidencia en las situaciones positivas de la vida, sino también en la capacidad de superar y aprender de los malos momentos.