La resiliencia
en la desaparición
Yo no me doy por vencida, yo no quiero irme de este mundo sin saber de mi hijo
Por: Karen Yessenia Gómez Lancheros
Ana Luisa Cifuentes, una mujer fuerte, carismática, luchadora y hospitalaria. Todos en su barrio la conocen, tanto por su historia como por la sonrisa genuina que brinda cada vez que saluda a sus vecinos. Es madre de tres hijos, Marcelo, Fabián y Mauricio. En su vivienda la acompaña su hijo mayor y Dokki, un perro Cocker Spaniel con el que comparte su ternura y cariño. Sin embargo, su vida ha estado enlazada a la profunda tristeza e incertidumbre por la desaparición de su segundo hijo, Fabián Ayala Cifuentes. Un joven que arrebataron de su lado hace 17 años, el 7 de mayo de 2007.
¿Cómo era o es Fabián?
Fabián, es un chico muy juicioso, super inteligente, educado, responsable, buen estudiante y muy ordenado. Una característica que tenía Fabián es que desde bebé siempre fue muy tierno conmigo. Siempre me dibujó cosas bonitas, me hacía tarjetas, escribía muchos mensajes de amor y algo que me dijo una vez que para mí es muy lindo, es “Mami usted es mi super héroe, después de Jesucristo, usted es mi super héroe, porque es una persona muy fuerte y a pesar de que hemos tenido que afrontar muchas adversidades usted ha permanecido fuerte y firme, no se ha dejado caer”. Esas palabras me marcaron porque ahora que él está desaparecido, me recordó muchas cosas hermosas. De hecho, las madres nunca nos desprendemos de los hijos.
¿Qué edad tenía él cuando desapareció?
Tenía 23, vivíamos en Engativá centro, estaba jugando en el parque y ahí se desaparecieron 5 muchachos. Yo puse el denuncio, lo busqué por todo lado, fui a muchos lugares a preguntar y un chico, exalumno mío de un colegio donde yo fui profesora de artes plásticas me dijo: “Profe no busque a Fabiancito porque se lo llevaron los paramilitares”. Ha sido ese proceso, ese desierto de incertidumbre y de dolor. Es no saber dónde busco, a quién le pregunto, a quién llamo.
¿Cómo fue el momento en que Fabián desapareció?
Dos meses antes de eso, él llegaba todos los días por la tarde, salía con varios muchachos a jugar fútbol al parque, entonces, un día llegaron unos tipos en una camioneta Toyota, les dijeron que eran empresarios y que los iban a meter a la liga de fútbol de Bogotá, que les iban a traer unos papeles para que se inscribieran, pero que tenían que colocar absolutamente todo con firma y huella.
Yo firme esa planilla. Nunca me imaginé todos los daños. Como a la semana y media, dos semanas, se lo llevaron.
Estos papeles, según relata Ana Luisa, eran permisos para asistir y conformar el equipo de futbol. Fabián se los mostró a su madre y ella los firmó. Afirma que luego, dos de los muchachos que se llevaron, volvieron, pero en malas condiciones y con problemas de drogadicción.
Fotografías por: Salomé Barreto y Laura Franco
¿Alguno de ellos le dijeron algo sobre Fabián?
Ellos no me dieron una noticia de él. Me dijeron que de Bogotá los habían llevado para Granada, Meta y que allí los habían repartido para diferentes lugares.
El chico que se escapó, el mismo que le dijo que a Fabián se lo llevaron los paramilitares, dice que iban en la camioneta, y el muchacho se dio cuenta de que realmente no eran empresarios, porque ellos iban haciendo un comentario, entones él les dijo que iba a comprar una gaseosa, se metió a una panadería y se escapó. Luego pasaron los años, yo seguí investigando casa por casa, porque en Engativá como en toda parte reina la ley del silencio, les da miedo denunciar. Yo tuve persecuciones, tuve que irme de Engativá, ahí fue cuando llegué a vivir a Kennedy.
Como madre, ¿siente y espera que él este vivo?
Si, yo espero. A veces le pregunto a Dios si mi sufrimiento, mi tristeza, mi dolor es en vano o si sigo esperando o si ya no hay nada qué hacer; y tengo miedo, miedo de enfrentar la realidad. Que si, tengo que enfrentarla porque uno toda la vida no se puede estar negando. Mi deseo y mi anhelo es encontrarlo vivo.
¿Pero si lo encuentro y él no está vivo?, hay otro sufrimiento, otro proceso, pero por lo menos ya hay un final, de un duelo o de poder enfrentar”. “Yo no me doy por vencida, yo no quiero irme de este mundo sin saber de mi hijo.
Su caso se conecta con el momento en que aparecen los falsos positivos, sin embargo, no se tiene la certeza de que su hijo se encuentre entre ellos.
A veces me parece que la vida es injusta. Por qué nuestros hijos tienen que sufrir las consecuencias de una guerra estúpida, de unos intereses, de gente mala con el gobierno, de un trasfondo que hay corrupto entre las Fuerzas Militares y unos bandidos. Es la época del 2006 y 2007 cuando los falsos positivos y yo tengo miedo de que mi hijo haya caído ahí.
Después de los 17 años, ¿Cómo continuo su vida?
Yo soy líder comunitaria de Engativá, fundé una fundación de discapacitados. Formé con otras líderes, una escuela para chicos desescolarizados, de preescolar a quinto, para que ellos no quedaran sin su estudio y al final llamamos al Ministerio de Educación para que los valoraran y les consiguieran un cupo. A través de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, he podido hacer visible mi caso; no para mí, no me interesa el protagonismo, es que la gente conozca la realidad ¿Por qué se llevan los jóvenes? ¿Quién se los lleva? ¿Para qué? Uno ve que a la gente humilde nos cogen como conejillos de indias, a veces somos los que tenemos que pagar el precio por otros. Para mí estar ocupada es una terapia, siempre estoy haciendo algo. De hecho, el Ministerio de Justicia junto con la Alcaldía nos regaló un diplomado de la Universidad Nacional a los conciliadores, el año pasado.
¿Cómo es ser conciliadora de equidad?
Fue un proceso que yo lo empecé a hacer porque alcaldía hizo una convocatoria y el ministerio del interior y de justicia del 2006 hizo una convocatoria para líderes comunitarios. yo me inscribí, hice el proceso y cuando hice las pasantías con la secretaría de gobierno en la Unidad de Mediación y Conciliación, había unos reinsertados de la guerrilla y a ellos les dicté unos talleres.” Yo preparé un taller sobre el perdón, el arrepentimiento. Fue algo muy bonito porque les llevé el croquis de Colombia para que ellos hicieran un rompecabezas y colocaran el departamento o lugar donde estuvieron y colocaran qué situaciones difíciles les habían pasado allá, además si le habían causado daño a una persona, entonces pedirle perdón a Dios. El perdón es la única herramienta que Dios nos ha dado para sanar física, mental, espiritual y emocionalmente. Si no perdonamos vamos a estar atados toda la vida al odio, al rencor, al resentimiento, entonces el perdón rompe todas esas ataduras y sana y libera. Yo que conozco a Dios, leo la biblia y le oro, ya he podido perdonar a los que se llevaron a mi hijo.
¿Cómo llegó a la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas?
A través del doctor Andrés Orlando Peña Andrade; él es el angelito que Dios me puso en el camino. Cuando yo fui a denunciar lo de mi hijo, él era director y él fue el que me conectó con la Unidad. Él no se ha apartado de este caso, Me dijo: Ana Lu, yo voy a encontrar a Fabián. Él me contactó con la Unidad, por eso llegué a conocerla, Siempre han estado atentos y ahora sentimos que se ha movido el caso.
¿Qué quisieras decirles a otros que pasan por lo mismo?
Que nunca pierdan la fe en Dios, debajo del cielo nadie se oculta. Algún día Dios permitirá conocer la verdad y hay que pedirle para que nos prepare para encontrarlos. Pero si ya no están vivos, aferrarnos de la mano de Dios y fortalecernos”. Yo pienso que este desierto que las familias estamos pasando, va a tener algún fin, no sabemos cómo ni cuándo, pero llegará el momento.
Hasta el día de hoy, Ana Luisa continúa buscando a su hijo.
Ella espera que el país cambie, que los gobernantes se den cuenta del daño, que han hecho y que puedan darle una respuesta.