EL JUEGO
DE LA VIDA
Un personaje no es solamente blanco o negro, un personaje, así como en la vida misma, vive y transita por situaciones que nos llevan a desarrollar emociones en un mismo instante.
Foto tomada por: Laura Valentina Franco Segura
Por: Samuel Suárez Rueda
Alexandra Escobar Aillón es una artista bogotana y maestra en artes escénicas. Desde muy pequeña mostró una gran inclinación y gusto por el escenario. “Siempre tuve una intuición muy especial y mi mamá me decía que yo era como una payasa, y yo disfruté mucho que ella me pusiera en esos términos”, comenta con una pequeña sonrisa, mientras recuerda cómo empezó en el mundo del teatro. Siempre tuvo referentes relacionados con la televisión, la farándula y la figuración.
Entró a estudiar en una academia de teatro, pero no le terminó de gustar. “Después de un tiempo corto que estuve en la escuela me retiré porque decidí que el camino artístico se resolvía en el hacer, en las prácticas”. Gracias a la decisión de salirse de la escuela, se empezó a vincular con distintos teatros, lo que la llevó a relacionarse con el Teatro La Candelaria. “Me interesó muchísimo, entré inicialmente con el interés de seguir desarrollando mis cualidades como actriz, pero pronto encontré el camino de la creación y de las creaciones colectivas, donde hacemos nuestras obras al tiempo que actuamos en ellas.”
“La actuación para mí es un juego, es el juego de la vida. Es la posibilidad de recrear situaciones y condiciones de lo humano, como recrear reflexiones en torno a que es un ser humano y a la complejidad de serlo en relación con el mundo, en relación con la vida y con los otros”. En este “juego” que plantea Alexandra, se transita por diferentes emociones y se puede construir complejidades humanas desde diferentes perspectivas o personajes, siempre intentando representarlo desde el punto de vista más natural.
Para lograr este paso de emociones es muy importante la construcción que se haga de un personaje. “En la vida cotidiana ocurre espontáneamente, pero en el plano de lo creativo, de lo artístico, del teatro y de los personajes, eso se construye teniendo en cuenta el recorrido que vivirá el personaje en la obra, pero no significa que sea una camisa de fuerza, porque de pronto puede ocurrir un cambio en lo planificado siempre y cuando esto tenga un sentido y un fin”, añade. Según ella, estos cambios suelen producirse por reacciones ante distintas situaciones o por la relación con otros personajes de la obra, pero como expresa Alexandra: “Hay que tratar de darle una vida nutrida de esos matices, como es la vida misma”.
Construir un personaje no es una tarea fácil; de hecho, de acuerdo con Alexandra, se requiere de mucha preparación para poder conseguirlo. “El entrenamiento en el actor es algo completamente fundamental en su formación. Se entrena físicamente, su voz, su cuerpo, su mente, su alma.” Mostrar qué siente el personaje, sin sentirlo realmente, debe ser muy complejo, pero hay distintas técnicas para expresar las emociones. Una de ellas es ponerse en la situación del personaje. “¿Yo qué haría si estuviera en su posición? ¿Cómo reaccionaría? Estas preguntas son estímulos que ayudan a indagar sobre las emociones”. Pero estas no son las únicas preguntas que sirven para preparar la representación de un personaje. “Hay otra manera más directa que es ¿cómo expreso yo la alegría, el miedo, la tristeza? Hay unos códigos con los que se expresan las emociones, y a partir de eso se va haciendo un camino hacia la interioridad.”
Desde un punto de vista más especializado, Alexandra nombra la técnica de Meisner, en la que es necesario escuchar y ponerse en la situación de otro y repetir de manera idéntica lo que el otro está expresando. Esto es porque el personaje nace del actor que lo representa. “Un personaje nace del cuerpo del que lo está ejecutando. Lograr que eso que está aparentemente afuera, lo sientas en tu cuerpo y lo expreses, entonces no es un personaje aislado, sino que es uno que nace de ti. El personaje es el actor y el actor es el personaje, porque el personaje vive a través del cuerpo del actor y el actor recrea, conoce, sabe de sus emociones y así las expresa, a través del personaje. Es un vehículo.”
Alexandra plantea que las emociones son elementos que constituyen la vida misma, y que para poder expresarlas en el plano creativo y teatral, hace falta de unos códigos básicos. Estos se pueden entender como distintas formas de representación de cada emoción, además, son distintos en cada corriente de teatro, pero al final el mensaje que quiere expresarse es el mismo. Entre estas corrientes que plantea, está el teatro de la India, en el cual las emociones están codificadas. “Como en la vida, cuando tú reaccionas ante un acontecimiento que puede ser una noticia que te produce alegría, rabia, dolor, tristeza o indignación, de esa misma manera en la actuación, dependiendo de la situación en la que se encuentra el personaje, de esa misma manera reacciona desde su interioridad y manifiesta las emociones.”
Fotos tomadas por Angel Franco y Laura Franco
Repulsión
Satisfacción
Sorpresa
Seguridad
Curiosidad
Alexandra Escobar interpreta como las emociones se pueden expresar de forma distinta incorporando no solo la expresión facial si no también la expresión corporal ya que todo en conjunto nos ayuda a manifestar las emociones.
PUBLICIDAD
Esta corriente busca mezclar la danza con el teatro, para hacer que sea mucho más expresivo. Con posturas, rostros y movimientos de los brazos y manos, Alexandra ilustra con ejemplos, la diferencia entre códigos de la alegría o la rabia. Por el contrario, hay otro tipo de disciplinas como en China o Japón, donde los códigos son más sutiles y se muestran de forma más interiorizada, igual que en el cine. Estos se pueden expresar con miradas o acciones muy pequeñas, que muestran todo un mundo interior dentro del personaje. “El cine expresa las emociones a través de la mirada, el silencio, movimientos mínimos sobre todo en el rostro, y todo eso se muestra desde el interior. Pero el teatro se ha nutrido de muchas fuentes para poder expresarlo, como el juego, el ritual y la narración.” Sin importar cómo se representen estas emociones, para Alexandra hay una cosa que es vital, “que genere una verdad y una vida”.
Cualquier persona puede pensar que mostrar estas emociones en un personaje es tarea fácil, pero la verdad es completamente distinta. La vida personal, las experiencias de vida, el estado emocional e incluso el entorno en el que crecieron los actores y actrices influye mucho en la forma en que muestran cómo es su personaje. “Siempre depende de cómo está el actor, si hubo sol o lluvia, si es un clima caliente o frío. Muchas veces incluso influye el público, la energía que transmite hace que la obra varie”. Son muchas las reacciones que la audiencia puede tener frente a la obra, y estas, aunque sean silenciosas, tienen un gran impacto en el desarrollo de la pieza teatral. Los actores pueden sentir presión y que lo están haciendo mal, lo que los lleva en varios casos a desconectarse del personaje. Estas cargas los pueden llevar a plantearse el darse por vencido, pero Alexandra ve estos momentos como retos. “Si uno no aprende de las equivocaciones que son oportunidades, uno puede quedarse en la frustración y en el decir, voy a renunciar o mejor lo desecho. Si hay una dificultad de hacerlo, entonces es un reto para lograrlo”.
Una dificultad con el teatro es la repetición de las obras. Los actores pueden llegar a presentarse tres veces en una sola noche haciendo la misma actuación, por lo que uno pensaría que el papel va perdiendo naturalidad y puede que se vea un poco forzado, pero el punto de vista de Alexandra es completamente distinto.
El teatro es un espacio efímero de vida, entonces siempre que se repite, a pesar de tener la misma estructura, hay modificaciones.
Teatros y actores, muy similares en muchas cosas, pero sobre todo, en la cantidad de emociones que se pueden identificar en cada uno. Algunas positivas, otras no tanto, pero al final todas con la característica de poder cambiar completamente muchas situaciones. Vea cómo Alexandra, prueba viva de la corporalidad y la expresión en el teatro, interpreta un personaje de una de sus últimas obras, donde muestra muy bien el tránsito emocional del que tanto habla.